Hoy tengo 33 y monedas, una hija de 6 meses y me reencontré con este texto. Que bueno darme cuenta de que fui fiel a mis promesas. Aquí va:
A dos días de cumplir 29 años, me encuentro en casa. Mi esposo duerme.
Ayer pasamos una noche hermosa junto a unos amigos y mi hermana.
Me encuentro pensando tanto que fui inspirada a escribir. Sé que las
palabras hacen de nosotros una eternidad. Quiero decir: nos perpetúan, nos
hacen imperecederos. Quisiera que mis hijos, nietos y biznietos puedan leer mis
anotaciones. No son más que eso, anotaciones.
Miraba un programa de televisión donde una mujer se lamentaba por no
haberse despedido de su hermano que falleció a los 28 años ¡mi edad actual! Ella
decía que él no había vivido ni un tercio de su vida. Que vano es preocuparse
por cosas pequeñas de la vida cuando hubo gente que no pudo llegar a alcanzar
sus metas, sueños, proyectos… y cuántas
cosas más.
Al instante me invadieron estos pensamientos: No quiero ser de esas
personas que se den cuenta de viejos lo que se debe valorar en la vida. Quiero
aprenderlo ahora. Quiero darme cuenta a qué cosas les doy importancia en
demasía y que otras las tomo como cotidianas, las doy por sentado y en realidad
son las que me hacen verdaderamente feliz.
Recuerdo en otros tiempos: estar sola, enojada, triste, rebelde contra
todo lo que veía a mi alrededor.
Gracias a Dios me amigué con mi entorno,
conmigo misma. Trabajo en mi interior las cosas que quiero cambiar y trato de
disfrutar al máximo este tiempo que es hermoso, mi primer año de casada. No hay
momento que sea igual a otro, todos son buenos, diferentes y me llenan el
corazón. Al estar con Lucho me veo a mi misma, tengo una identidad única, nadie
se parece a mi, nadie es como yo, ni yo seré como alguna otra mujer.
Estar en familia cuando se presenta la oportunidad, amar la naturaleza,
mirar el cielo, cantar una canción que nos gusta, leer un buen libro, caminar
de la mano de un ser amado, un abrazo, una mirada, una sonrisa, una caricia…
uff todo esto me hace feliz.
Pensar que no hay otra vida, no hay cuerpo de repuesto, conlleva una
responsabilidad que también es muy sabio manejarla para que el disfrute sea
pleno. No creo para nada que el descontrol o los excesos traigan satisfacción
al ser humano. Es más, considero que lo empobrece y disminuye como ser libre y
capaz de lograr un equilibrio en cada cosa que realiza.
Me prometo a mí misma: disfrutar este año mucho más que el 2012, llorar
cuando tenga ganas, reír cuando me tiente y callar cuando no sea necesario
decir lo que pienso. Bailar cuando escuche esos temas que me hacen mover el
cuerpo casi sin pensarlo, respetar mis opiniones, decirlas y ser coherente con
mis principios.
Me prometo ser una amiga presente, que ama y cuida a sus amistades como
ellas me cuidan a mí. Porque entendí que —si existe Dios— se muestra con amor entre las personas
con gestos, actos y palabras.
Me prometo ser la mejor versión de mi misma, eliminando esas cosas que
me atan, me hacen sentir mal. Ser transparente cada día más y hablar con propiedad
de acuerdo con la ocasión.
Hago mía esta frase que es el título de un libro: EL MEJOR LUGAR DEL
MUNDO ES AQUÍ MISMO.
Dámaris Pettersson.
06/01/13