Porque sí. Porque tuve
un día largo, porque tengo ganas… me estoy fumando un pucho. Uno de esos
mentolados para que sea más suave, qué se yo. Una copa de vino, con un hielo
porque hoy —aunque ya estamos en otoño— hace calor. Me puse un vestido largo, para
mí, no para nadie más, acá sola en mi departamento aunque sé que mi vecina me
estará mirando. Esa vecina que tiene siempre el balcón lleno de hojas desde que
la señora no viene más a limpiar. Esa que tiene una nena chiquita, que deja los
ventanales entreabiertos para que, claramente, su hijita no se escape.
Me había hecho la
planchita, pero con el calorón de mi departamento enarbolé un magnífico rodete.
Tenía un vino tinto de ayer a medio abrir y me serví lo que quedada, lo voy a
tomar despacito porque no tengo ganas de pedir delivery de alcohol. No como mi
vecino del 6to B que acaba de bajar descalzo y en cuero a buscar dos latitas de
cerveza que le trajo una moto, ¿es joda? ¿Dos latitas? Para eso querido subí a
pedirme unas a mí que siempre tengo de reserva. Pero no nos conocemos, está
ayudando a su amigo que está abajo con balizas porque no hay lugar para
estacionar. Desde que hicieron tantos edificios en esta cuadra no tenemos un
puto lugar. Sí, ya estoy a las puteadas porque ustedes no saben lo que es
buscar un lugar durante veinte minutos con tal de no pagar estacionamiento.
Estoy en mi balcón, mi
lugar, con mis plantitas, con mi vestido y mi humo. Bendigo a mi padre, que en
paz descanse, que nos dejó un departamento a cada uno de nosotros. Somos cuatro
hermanos, todos recibidos, no nos damos mucha bola, pero nos queremos. Uno se
fue con una beca a USA y se cree mil, pero es divertido, lo cargamos entre
todos porque ahora dice que se olvida cómo se dicen algunas palabras en
castellano. Qué rico este vino, me tengo que anotar la marca porque tengo mala
memoria para los vinos, y eso que me gustan, eh.
Tengo pose de diva, me
dicen eso, pero debe ser porque mido casi 1,80. Para ser mujer todos me dicen
que soy muy alta. ¿Muy alta? Pero, chicos, por favor, son ustedes los enanos. Bueno,
cada cual con su genes. Déjenme en paz con los míos. No quiero que me llame
Manuel que hace días me viene mensajeando de madrugada, se ve que se peleó de
nuevo con la novia y yo vengo a ver su premio consuelo o comienza discusiones a
propósito para no sentir culpa de cagar a la novia. Así están los hombres,
diría mi mamá. Que pobre, no pega una tampoco, sale con cada marmota que me da
rabia de solo pensarlo. Una mujer tan bonita, tan inteligente… con tanta mala
suerte.
Pasan los autos y yo
pienso cómo se me pasa la vida a mí, tomo un trago de este vino que no quiero
que se termine porque me niego a ser como mis vecinos, pero qué ganas de fumarme
otro puchito, de que no llegue el frío y de seguir en este balcón. Solo porque
sí. Mañana es feriado, veremos si salgo de nuevo a mi lugarcito en el mundo,
pero eso seguro, antes, paso por el chino a comprar otro tinto.